PALABRAS

PODREMOS ESTAR DE ACUERDO O NO, NO IMPORTA, LO REALMENTE SIGNIFICATIVO ES QUE NOS PODAMOS DAR UNA MANO Y QUE ALGO DE LO QUE ESCRIBA AQUI LE SIRVA A ALGUIEN.
PALABRAS QUE DESEO COMPARTIR CON QUIENES DESEEN LEER.

Marcela Lezana Bernárdez
Marcela Lezana Bernárdez | Crea tu insignia

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sábado, 31 de enero de 2009



con mi hija mayor.

La vida es maravillosa!!!! no deja de sorprenderme dia a dia. Nunca hubiera imaginado que luego de odiar a una persona, la extrañaria tanto cuando finalmente se va y se que no la vere mas. Siento la imperiosa necesidad de mantenerme comunicada , en contacto; de la manera que sea. Sorpresas te da la vida!!!! vivamosla con alegria!!!! pero..........la palabra de la que hemos estado intercambiando opiniones, a veces se torna dificil evitarlos ( a los pero) .............intentare seguir dejandome sorprender por la vida y sus exquisitas maneras de sacudirme en un sube y baja de emociones.

viernes, 2 de enero de 2009


El bambú japonés
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: "¡Crece, maldita seas!"
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas en crecer?No. La verdad es que se tomo siete años y seis semanas en desarrollarse.Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo.Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frentea situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia
A mi me paso algo parecido; nunca imagine esatr dejando crecer las fuertes raices de lo que seria el fuerte bambu de mi existencia.
AXIOMA
Hay verdades dulces, pero no son eternas. Hay verdades dulces, porque no son eternas. No hay verdades eternas. Y dulces hay muy pocas. No hay verdades eternas, porque no hay certidumbres, ni tan siquiera una. Verdad y certidumbre no son el mismo asunto. La verdad es humana y, como tal, es insegura y débil, o clama justicia o calla acobardada, e implora compasión cuando se la persigue. Es veleidosa y múltiple, frágil y palabrista, si le conviene, miente, o al menos se acomoda, y encontramos en su debilidad su gloria verdadera. La certidumbre, en caso de que exista, pertenece a otro mundo, que quizá es pensable, pero no imaginable, y menos aún vivible, y nunca viene a cuento, y en nada nos concierne. Mi amor es dulce, y también es verdad. La más dulce que tengo. Y tanto su firmeza, como su duración, me son desconocidas. Mi amor tampoco es mi certidumbre, es todavía mucho más hermoso. Mi amor es dulce y además me colma de esa verdad humana, clara y frágil. Mi amor me mueve y además me empuja, como un peso, el dulce peso que me obliga a ser, para que yo ahora ame. En su dulzura nada me retiene. En su verdad nada me pone límites. Ninguna eternidad promete tanto.
Enric Soria (Andén de cercanías)

HOY, MISTERIOSAMENTE, BUSCANDO UN TIPO DE LECTURA ENCONTRE OTRA Y FUE TANTA MI SATISFACCION POR ESTE MISTERIOSO HALLAZGO, QUE DECIDI TOMAR UNA PARTE PARA COMPARTIRLA YA QUE MUCHAS VECES NOS PASAN COSAS , SENTIMOS COSAS QUE TAL VEZ NO SEPAMOS BIEN COMO EXPRESAR Y AQUI HALLE ALGO QUE ME AYUDO .
XI El Undécimo Mandamiento
No Matarás Tus Sueños
UN REGALO ORIGINAL
Miré las palmas de mis manos y observé las múltiples líneas que las surcan. Es llamativo como esas líneas se bifurcan, se empalman, se interrumpen, se ensanchan o se afinan, se enlazan o se ligan. Luego, mirando con más atención descubrí mis huellas digitales y su finísimo y sinuoso dibujo. Se me ocurrió la pregunta más ingenua del día, ¿Para qué tenemos huellas digitales? No me parecía que mi vida se modificara o alterara por el simple hecho de tener o no esas huellas digitales casi invisibles. Recordé que también tenemos huellas plantares, huellas en la retina, huellas genéticas, todas únicas, originales e irrepetibles. Recordé un inquietante trabajo de investigación, desarrollado gracias a las posibilidades de la computación, que demostraba que jamás hubo huellas como las que yo tengo y que eran remotísimas las posibilidades de que alguna vez en el futuro pudieran repetirse. Esta intrigante situación me llevó a imaginar una extraordinaria respuesta a la pregunta sobre la razón de esta característica que nos hace únicos y originales en este mundo.
La respuesta parece tan simple y obvia que me estremece el sólo hecho de tomarla en consideración. Estas huellas tienen que ser un mensaje. Como una etiqueta de fábrica, como las especificaciones para el correcto uso de nuestro cuerpo y nuestro tiempo. Un mensaje tan claro, evidente, e indeleblemente inscripto en nuestro cuerpo que me da escalofríos siquiera imaginarlo: somos seres únicos e incomparables. Nunca hubo nadie como yo, ni jamás lo habrá. Esas huellas en mis manos manifiestan una posibilidad y un mandato que sólo yo puedo hacer realidad. Imagino el mensaje: "Tus manos son capaces de hacer en este mundo algo que tú únicamente puedes hacer. Esas huellas en tus pies te indican que hay caminos para abrir en este mundo que solamente tú puedes caminar. Tus ojos pueden ver algo que nadie más es capaz de ver".
Inquieto por esta posibilidad, e impulsado por la curiosidad indagué otras culturas sobre este tema y esto es lo que encontré:
Somos originales, excepcionales y extraordinarios. Somos irrepetibles y únicos. Vinimos a este mundo a dejar un regalo único, singular e inconfundible. Esta es, al mismo tiempo, una bendición y una tremenda carga. Nuestra misión es aprender y crecer. Para crecer debemos desarrollar nuestras habilidades, expresar nuestros talentos y superar nuestros vicios. Si logramos hacerlo podremos dejar nuestro regalo, un fruto, nuestra alegría, nuestra sabiduría como un legado a este mundo. Podrá ser un regalo magnífico o uno pequeño y modesto. Eso no importa porque Dios tiene dispuesto en este infinito universo un lugar privilegiado para cada regalo. Todos los regalos son importantes e imprescindibles porque forman parte de un programa universal. Cada regalo es una pequeña pieza del descomunal proyecto que se va desplegando día a día, siglo tras siglo, milenio tras milenio en este confín del universo.
A partir de esta idea, "Tú eres ese regalo único", algo formidable y terrible se va aclarando. Si no dejamos este regalo antes de irnos, ese lugar destinado a exhibirlo quedará vacío para toda la eternidad. Nadie más podrá ocuparlo. Todos pasarán por ese lugar y sentirán el frío y la oscuridad,
y dirán: "Aquí él tendría que haber depositado su regalo, pero como no lo hizo, nadie sabrá jamás quién era él realmente, y nadie más podrá dar calor y luz a este rincón".
Jamás una partitura musical es igual a otra, ninguna pintura es igual a otra, ningún poema es igual a otro. Ni una brizna de pasto es igual a otra. Ninguno de los millones de millones de microscópicos cristales de los millones de copos de nieve son idénticos. Ninguna caricia es igual a otra.
No es tan difícil encontrar ese regalo único que somos capaces de dejar en este mundo. Por favor, no se vaya de este mundo sin dejar su pequeño regalo.
El Aguatero
Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba en los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenia la mitad del agua.
Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguatero diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir". El aguatero apesadumbrado, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino".
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, solo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguatero le dijo entonces "¿Te diste cuenta que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido cosechar estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza".
Aceptarnos tal como somos, con nuestras virtudes y defectos, y aceptar a los demás tal como ellos son (y no como quisiéramos que fueran), es el paso fundamental para aprender a amarnos y amar a los otros. Todos tenemos grietas, pero igual podemos dejar nuestro regalo de amor. Amén.
Dr. Mario Rosen

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